AMOR – ¿POR QUÉ ESPERAR EN LA PRISA, SI YA ESTÁS DONDE VAS?

Cuántas veces hemos ido detrás de algo con la lengua fuera, tratando de alcanzarlo mientras el tiempo se escapa entre nuestros dedos. Esto, que nos sitúa fuera de nosotros, nos lleva muchas veces al estrés, dejando a las claras que no hemos entendido algo. O que si lo hemos entendido, todavía no lo hemos integrado.

 Aunque la frase que da título a este artículo se entiende por sí misma, y mucho hablar sobre ella puede distraernos de su contenido, quizá para el que no la entienda podamos facilitar algunas frases que le faciliten su comprensión.

 La pregunta que tenemos que hacernos es: ¿por qué?.  Por qué hacemos lo que hacemos. Por qué cogemos el autobús, o vamos a trabajar… ¿por qué? ¿por qué discutes con tu pareja? ¿Qué hay en el fondo? Y una vez lo tengas identificado, si quieres te puedes volver a preguntar ¿por qué? hasta que ya no haya más porqués. Y quizá podamos darnos cuenta que para muchos la vida es un juego de excusas autoimpuestas, para dejar de vivir las experiencia de plenitud, propia de la naturaleza del Ser Humano, que tenemos disponible en el lugar en que nos encontramos.

 Cuando nos estresarnos con los plazos, solemos estar más irascibles, cometer más errores, dormir peor por las noches… Y luego,  además lo acabamos pagando con una bajada de defensas. Sin embargo, parece que necesitemos esto para, una vez acabado el trabajo, relajarnos y permitirnos algo de bienestar durante unos momentos. Es curioso cómo con una mente amorosa, centrada y silenciosa, se obtienen muchos más y mejores resultados que con el estrés, que es una reacción que se desencadena como respuesta ante un peligro real o imaginario.

 Parece entonces que la prisa es una de las excusas que nos buscamos para dejar del estado interno que deseamos realmente vivir. Sentir amor, dar amor, ser feliz y además hacer lo que uno tiene que hacer, es dejar de lado las prisas, y vivir la realidad del momento que uno está viviendo de manera directa y activa, presente e intensa, radiante y amorosa. Dejar de estar en otro lado, para estar plenamente en el lugar en que nos encontramos. Y es que, es importante entender, que aunque pongamos la mente en más sitios de aquél en que estamos presentes, sólo podemos hacer lo que estamos haciendo. Y si queremos garantizar que vamos a hacer lo mejor, más vale que creemos una atmósfera en la que podamos respirar libremente. Y eso, sólo se hace respirando amor en uno mismo y viviendo la conexión con el mundo del que somos parte.

 Y así amar a los que tienen ambiciones porque pueden inspirarme y a los que han fracasado porque pueden enseñarme. Amar al loco porque me puede enseñar a abrir nuevos caminos y al recto porque puede enseñarme a hacer que las cosas funcionen, amar al pobre porque hay muchos y al rico porque son tan pocos, amar a los árboles altos porque dan sombra y a los bajos porque permiten que el sol nos llegue. Y, de paso, con todo esto trazamos puentes que derriten los corazones de la gente. Y de pronto, todo fluye.

PRÁCTICA:

Como meditación, proponemos una meditación centrada en el corazón, que persigue dejar de pensar totalmente para sentir desde el centro una sentimiento de amor, mientras hacemos el intento de que esa actitud amorosa se extienda a todas las áreas de la vida.

En este sentido, comenzamos con la meditación del YOSOY, que ya se ha descrito en otros artículos, y la continuamos unos 10 minutos, hasta que logremos una calma mental que nos permita dar el siguiente paso.

Una vez allí, pasamos a respirar de la siguiente manera:

–          Al inspirar, notamos una energía que entra por la fontanela y el sacro y se reúne en el corazón.

–          Al llegar al corazón, espiramos, sacando esta energía por la espalda y por el pecho, formando una bola que incluye a todo el cuerpo. Una bola impregnada por un fuerte sentimiento de amor. Nos damos cuenta que ese es el aroma de nuestro ser.

–          Podemos mantener esta meditación durante otros 10 minutos.

–          Por último, dejamos de hacer esfuerzos, y sin palabras internas sentimos cómo el amor de manera intensa y profunda se extiende por el cuerpo, bombeando desde el centro.

–          Hacemos el intento de conectar este sentimiento con el mundo, allá donde nos encontremos.

Andres Roca ©

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