SOBRE LA FELICIDAD, Y LA IMPORTANCIA DE MANTENERSE CONECTADO A LA REALIDAD

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 Es frecuente observar en muchas personas de la sociedad de hoy, que hay quienes se fijan objetivos, y supeditan gran parte de su felicidad a la consecución de los mismos. Es decir, se ponen por bandera el estribillo de aquélla canción que decía: “yo, para ser feliz, quiero un camión…”.

Y es que, ¿cuántas personas se marcan como objetivo tener un hijo, comprarse un coche mejor, tener pareja, vivir más cómodamente, tener una casa más grande, formar una familia o tener más amigos? Y de esas… ¿cuántas sienten que no serán plenamente felices hasta que lo consigan?

En este punto, señalar un error que se da en todo este tipo de planteamientos: La felicidad no es una meta… ya que si hacemos de la felicidad una meta, la estamos poniendo fuera de nuestra vida.

Y es que… quien se preocupa excesivamente del producto final de lo que hace, puede olvidarse de vivir plenamente el aquí y ahora de lo que le está ocurriendo. Y esto le va a llevar a vivir una vida de menor intensidad y de peor calidad de la que de otro modo podría vivir.

Si alguien lo que quiere es ser feliz… Convendría que se diera cuenta de que la felicidad no se consigue, sino que nos acompaña. Por tanto, la pregunta en este caso sería… ¿Qué condiciones te estás poniendo para no ser feliz? ¿De qué manera estás limitando tu felicidad? ¿Por qué? ¿Cómo puedes hacer que la felicidad te acompañe donde quiera que vayas?

Así que tenemos… que la vida no es una meta, la vida se respira con cada aliento. Cuando alguien se pone como meta la felicidad, irremediablemente la está alejando de sí. El amor, cuando es un objetivo, no es un sentimiento que estás viviendo. Ser padre o madre no es una meta, es algo que nos acompaña toda la vida. Y hacer de estas cosas, u otras, una meta a la que supeditar la felicidad, es una fuente importante de sufrimiento.

Es por esto que mantenernos conectados conscientemente a la realidad viviendo una vida con sentido, apreciando la diversidad del mundo con una sonrisa juguetona, incluso para reírnos de nosotros mismos, puede ser una de las claves para empezar a vivirla de verdad.

Como práctica, proponemos la siguiente:

– Como en otras ocasiones, nos sentamos en postura de meditación, conectamos con el canal central, como hemos hecho en otras ocasiones, visualizando una bola de luz de color blanco o dorado que, al inspirar sube por encima de la cabeza, pronunciando YO, y al espirar baja por debajo del coxis, pronunciando SOY, recorriendo la columna vertebral por dentro. En los primeros artículos de este blog, señalamos en más detalle cómo hacer este tipo de meditación del Canal Central. Así, nos mantenemos en ella entre 8 y 10 minutos, hasta que notemos que mantenemos la concentración sin problemas.

– El siguiente paso será conectar con el corazón y la sonrisa. Se trata de activar una sensación de empoderamiento juguetón que conecta estos dos centros. Para ello vamos a activar el Timo que se encuentra a medio camino entre la nuez y el corazón. De esta manera, manteniendo la sonrisa, al inspirar recogemos energía desde lo alto y al espirar la expulsamos por el timo, extendiendo la sensación envolviendo el cuerpo entero. Podemos hacer esto durante 15 minutos aprox.

– No está de más que al acabar revisemos alguna situación en la vida para notar cómo de diferente podríamos haber actuado de haber tenido la actitud que tenemos ahora al finalizar la meditación. El reto siempre será integrar estas cosas en la vida diaria.

 

Andres Roca ©

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