Vipassana es la meditación esencial del budismo, es calma mental y recapitulación física.
Su antigüedad se remonta a la enseñanza directa del Buda Gautama, hace dos mil quinientos años que es entendida como la justa respiración, también como la Visión Lúcida.
Tal como recomienda la primera inscripción del templo de Delfos, “Conócete a ti mismo”, todo lo que hizo Gautama Siddartha el Buda, fue observar con atención y ecuanimidad total la conciencia humana a través de su propia conciencia. Es decir, se observó a sí mismo hasta llegar a conocerse.
La primera etapa es Anapana o calma mental: simplemente observamos el aire entrar y salir por las fosas nasales sin interferir en su flujo natural.
Anapana es sencillez llena de complejidad para mantenerse al margen de cualquier manipulación del aliento, solo es sentarse en postura, quietud y observación del aliento sin más, siendo testigos de nuestros pensamientos sin manipularlos, dejándolos fluir libremente.
Vipassana exige una elevada concentración mental y ante todo, una actitud y determinación adecuadas. Por ello, Gautama habló dentro del Noble Óctuple Sendero, de la Recta Actitud y la Recta Atención. Estas son dos cualidades imprescindibles para la observación interior.
Vipassana, es el despertar de la conciencia corporal a través de los recorridos corporales, ya sean fuera o dentro de nosotros, pondremos la conciencia en cada una de las doce partes del cuerpo comenzando por la fontanela o coronilla (cabeza, cráneo, ojos, cara, mandíbula) terminado en la barbilla, cuello. Descenso clavícula derecha, brazo derecho; pasamos a la clavícula izquierda, brazo izquierdo, mano (derecha), mano (izquierda); siempre desde arriba hacia abajo; pecho y vientre; zona genital hasta el perineo, nuca y espalda; pierna (derecha); pierna izquierda y pie derecho; pie izquierdo.
Una vez terminamos el descenso, comenzaremos el ascenso repitiendo los pasos pero al contrario: pie derecho hacia arriba hasta el tobillo; pie izquierdo; pierna derecha; pierna izquierda; perineo hacia el vientre y pecho, etc. Hasta terminar justo donde hemos empezado en la coronilla, donde terminaremos con Anapana observándonos sin más.
Se desciende por la parte derecha del cuerpo y se asciende por la izquierda, aunque diferentes escuelas cambian la dirección, por lo que no nos sintamos mal por creer que no lo hacemos bien, simplemente sigo adelante, como si recorriera nuestro cuerpo un nivel de aceite o burbuja, sintiendo cada parte de nuestro cuerpo en el recorrido, atentos a las sensaciones, la vibración y la envoltura energética que aparece a pocos centímetros de nuestra piel.
Este recorrido hay que hacerlo de forma fácil y sin complicaciones, poniendo la conciencia en cada parte de nuestro cuerpo mientras respiramos de forma suave y relajada, siempre observando todo lo que ocurra sin juicio, sea lo que sea lo que ocurra.
Hay otras formas de recorridos: sistema óseo, órganos… etc., pero en este caso nos vamos a centrar en estas dos meditaciones: Anapana (solo aliento) me observo sin juicio y Vipassana (recorrido corporal).
Con Vipassana entendemos rápidamente que la causa y la raíz de los problemas está en nosotros mismos aprendiendo de esa forma a hacernos responsables de nuestras vidas.